miércoles, 13 de julio de 2011

Macri,Fito Paez y los porteños

El 10 de julio los porteños votamos para elegir el conductor de los destinos de nuestros impuestos por los próximos cuatro años, los cuatro años anteriores los destinos de estos impuestos fueron inciertos.
No creo que algunos cientos de metros de bici-sendas,  una vía para el tránsito del Metro bus y un par de comisarias hayan costado los cuatro años de impuestos que pagamos los ciudadanos que vivimos en esta ciudad.

En estas elecciones  votaron por la continuidad de un funcionario que estafo al fisco en U$S 500.000.000 cuando importaba autopartes, (causa por la que se destituyeron dos Ministros de la Corte Suprema), creo una policía para espiar a los ciudadanos,  reivindica asesinos de la dictadura y les da trabajo en esta policía, deja que el hospital de niños programe cirugías para dentro de dos años por falta de insumos y personal, que no le importa la educación pública, que la cultura popular sea inexistente en la ciudad y la cultura señorial haya tenido el Colón cerrado por años, que pida que se reprima a palo y bala cada manifestación popular, que haya prostíbulos en cada esquina de la ciudad y haga nada por perseguir la trata de personas, por el contrario tenga como candidatos a tipos que ejercen la trata de personas, (Olmedo).
Eso votaron estas personas, un tanto voto a un igual con el cual se sienten identificados, son los que si pudieran también traerían o traen contrabando, son usuarios de vigilancia privada, por lo tanto que les importa quien dirige la policía metropolitana si ésta persigue a los “que algo abran hecho” y ellos nunca hicieron nada, son personas usuarias de medicina prepaga, por lo tanto para que hospitales públicos, son usuarios de educación privada por lo tanto para que educación pública, son los que consumen “cultura internacional en Picadilly Circus”, por lo tanto para que teatro San Martín, son los que no quieren a esos negros de mierda durmiendo en las plazas y mendigando por la ciudad, son los usuarios de prostíbulos o de “Escorts” en Hippopotamus, son los que quisieran tener o tienen un campito lleno de "negros" trabajando de forma infrahumana.
Y el otro tanto son “gente que tiene grasa en la piel”, solo consume Tinelli y Susana y “no saben que el mundo da vueltas”.
Tiene razón Fito Paez yo también soy un ciudadano de la ciudad, (lo de vecino ya me da algo de repugnancia) y me siento asqueado de la mitad de mis conciudadanos.

 La mitad


Por Fito Paez *

Nunca Buenos Aires estuvo menos misteriosa que hoy. Nunca estuvo más lejos de ser esa ciudad deseada por todos. Hoy hecha un estropajo, convertida en una feria de globos que vende libros igual que hamburguesas, la mitad de sus habitantes vuelve a celebrar su fiesta de pequeñas conveniencias. A la mitad de los porteños le gusta tener el bolsillo lleno, a costa de qué, no importa. A la mitad de los porteños le encanta aparentar más que ser. No porque no puedan. Es que no quieren ser. Y lo que esa mitad está siendo o en lo que se está transformando, cada vez con más vehemencia desde hace unas décadas, repugna. Hablo por la aplastante mayoría macrista que se impuso con el límpido voto republicano, que hoy probablemente se esconda bajo algún disfraz progresista, como lo hicieron los que “no votaron a Menem la segunda vez”, por la vergüenza que implica saberse mezquinos.

Aquí la mitad de los porteños prefiere seguir intentando resolver el mundo desde las mesas de los bares, los taxis, atontándose cada vez más con profetas del vacío disfrazados de entretenedores familiares televisivos porque “a la gente le gusta divertirse”, asistir a cualquier evento público a cambio de aparecer en una fotografía en revistas de ¿moda?, sentirse molesto ante cualquier idea ligada a los derechos humanos, casi como si se hablara de “lo que no se puede nombrar” o pasar el día tuiteando estupideces que no le interesan a nadie. Mirar para otro lado si es necesario y afecta los intereses morales y económicos del jefe de la tribu y siempre, siempre hacer caso a lo que mandan Dios y las buenas costumbres.
Da asco la mitad de Buenos Aires. Hace tiempo que lo vengo sintiendo. Es difícil de diagnosticarse algo tan pesado. Pero por el momento no cabe otra. Dícese así: “Repulsión por la mitad de una ciudad que supo ser maravillosa con gente maravillosa”, “efecto de decepción profunda ante la necedad general de una ciudad que supo ser modelo de casa y vanguardia en el mundo entero”, “acceso de risa histérica que aniquila el humor y conduce a la sicosis”, “efecto manicomio”. Siento que el cuerpo celeste de la ciudad se retuerce en arcadas al ver a toda esta jauría de ineptos e incapaces llevar por sus calles una corona de oro, que hoy les corresponde por el voto popular pero que no está hecha a su medida.
No quiero eufemismos.
Buenos Aires quiere un gobierno de derechas. Pero de derechas con paperas. Simplones escondiéndose detrás de la máscara siniestra de las fuerzas ocultas inmanentes de la Argentina, que no van a entregar tan fácilmente lo que siempre tuvieron: las riendas del dolor, la ignorancia y la hipocresía de este país. Gente con ideas para pocos. Gente egoísta. Gente sin swing. Eso es lo que la mitad de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires quiere para sí misma.
* Vecino de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.




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